Sorprendido por tu calor escribo, porque
estás. Noto desasosiego repentino, mientras lees y yo escribo. No te
recuerdo pero intuyo, sin alma tal vez, algún día furtivos los dos, hijos del
mismo destino.
Qué destino, si soy hijo de luz, luna y
viento. ¿Qué desafuero es esto, que me impulsa este camino, buscando no sé qué,
cuando debiera estar dormido? Escribo es cierto, siempre sin testigos. Acompañado
de soledad compartida con silencio sin ruido. Mi alma y yo a solas, los dos,
como amigos. ¿Cómo sabes qué escribo, cómo lees si te siento, cuando dibujo
letras con sentido? No conozco alma, alegría ni pena, que no sea más que un
retiro compartido, oasis en el desierto.
Soledad, el nombre que yo únicamente
conozco, de dónde vienes, dónde estás, por qué reclamas esbozar palabras, sin
apenas percibirte, más que un repentino soplo, desasosiego, mientras lees y yo
escribo.
No esperaba este destino, pintando canas,
jugando con el sueño de lo que no tuve. Ahora te apareces en forma de
versos, palabras y más unos, aura de versos, complacido por unas letras que
cada noche, cuando debiera estar dormido, escribo. Leo fantasmas divinos, Larrú
los narra, pero ni tú ni ellos, sois los
suyos. Si acaso, desasosiego. No lo eres, dime quién, para dormir tranquilo,
que despierte y vea al alba la luz colarse por mi ventana.
De días, hojas caídas pisadas, viento
salpicando la llovizna en cara, colores entre rojizos y verdes ocres, se
viene este otoño recién caído. Rojo lo entiendo, verde ocre si no lo viese
mientras ando, diría que lo han cambiado, no recuerdo esa tonalidad que me
turba, pisándolas con vergüenza, pensando como muere la hoja. Cómo del árbol
escapa.
Este otoño que sin avisar me sorprende,
aún sin cubrir mi desnudez, antes de la larga noche, que viene de camino.
Faltaban los fantasmas, que no creo seas tú, cuando peinando canas, insistes en
hacer triángulos, cuando he sido solo de dos lados, de ella y el mío.
Si fantasma eres, olvídame, no estoy para
ti, ni tengo miedo. Muere si vives. Ni sobresaltos, ni engaños, noche, día, luz
y luna para qué más sutiles apariencias. Solo es cierto el alba y el ocaso.
Mejor escribir con música solemne, acordes breves, arpegios elegantes,
soliloquios amables, más que seguir notando, desasosiegos furtivos de un día,
que tal vez ya no recuerdo. Breves pensamientos que se van como vienen, porque
sigo escribiendo arrastrado por la noche presumo que me lees, para que yo siga
escribiendo.
Oh si fueras Universo, inspiración cósmica
que todo puedes, compartir entonces quisiera, con cada uno que en cualquier
momento leyera, letras venidas de él, siempre eternas, escritas al unísono,
ciertas, sentidas de paz y de amor unidas, escritas por la mano del tiempo. Que
no es tiempo lo que falta ni sobra, sino ser el tiempo. Compongo palabras que
hablan, mudas se sienten y cruzan como destellos fugaces, sin saber si
soy quien las dibuja o las dirige el viento.
Ahora pienso que mis fantasmas o quién
inspire mi verbo no es divino, que me sostengo de la vida sintiendo hambre, sed
y necesidad de poder ser sin serlo, si me dejas, contigo. Que sobran milagros y
dioses, faltan hombres con pensamiento. Quién quieras que seas, no eres de orden divino,
eres el aura de un pensamiento que cuando escribo yo, escucho, observo,
percibo, siento, ni tú ni yo, sino el universo que se avergüenza de haber creado tanto dislate y con esta letra me inspira escribir…. vade retro… Que
ni a Pepe, Mayte, Amílcar o a José nos gusta y el cosmos sin voz
nos susurra, otros versos. Tú también eres Pepe, José, Amílcar o Mayte. Siente
desasosiego si te gustan colores que no has encontrado aún en tu paleta,
invéntalos, el hombre te espera, la esperanza también.
Que seáis felices hermanos, hasta la próxima entrada.
La nota de humor:
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